Autoras:
MSc. Vicenta Marleni Limongi Velásquez
Hna. Fani Esperanza Ramón Cabrera
Introducción
El nuevo perfil del docente en pleno siglo XXI, efectivamente exige muchos cambios radicales que compromete una verdadera vocación de servicio, de amar y apasionarse por la educación considerada como la mejor riqueza de una nación.
(Albornoz, 1966) Destaca el aprendizaje de Piaget como uno de los grandes modelos educativos por la perspicacia, por su amplia visión que ha permitido beber de aquella fuente insaciable e invalorable por la profundidad de su teoría. La misma que nos ha permitido conocer el desarrollo y habilidades de cada uno de los estadios o etapas cognitivas.
Según (Salazar, 2012) el perfil del docente del siglo XXI se define, como persona con un carisma especial para ejercer la docencia, con un arte práctico y una visión integral educativa, convertida en un verdadero instrumento o canal que facilita el aprendizaje, motiva a aprender haciendo y genera aprendizajes significativos, enseña con el ejemplo por los valores que practica. El verdadero docente disfruta de lo que hace apasionadamente así lo expresa: San Juan de la Cruz. “El alma que anda en amor ni cansa ni se cansa”.
El perfil del docente del siglo XXI, es aquel que identifica, construye, descubre, perfecciona, desarrolla capacidades y competencias para fundamentar el proceso enseñanza – aprendizaje en el educando. Es muy oportuno enriquecernos con el valioso aporte de (Morales, 2015) pedagogo franciscano quien concibe el excelente desempeño de la educación como la mejor alternativa de vida desde la visión antropológica: la pedagogía franciscana tiene una nueva visión de modelo pedagógico cuyo objetivo es hacer del educando un círculo hermenéutico y la formación al ser humano en tres aspectos esenciales: estudiante en relación consigo mismo, con el otro y con el medio ambiente o casa común.
Es sublime esta pedagogía comprendida desde la estrecha relación con el diálogo de la antropología, dos disciplinas que se complementan y conforman una armonía insustituible en la formación del individuo comprendida desde la vida práctica sin interferir el intelecto, hace referencia el accionar del docente no como un mero discurso teórico sino vinculado con la vida.
(Acero, 2017) comparte algunas reflexiones de un grupo de maestros en formación para el siglo XXI quienes expresan acerca de los grandes retos de la formación docente de hoy, la misma que demanda urgencia de una educación innovadora, creativa, con mentalidad siempre nueva, crítica, flexible, dispuestos a la escucha, al diálogo, a aprender haciendo, a ser más humanos para ser más hermanos, sensibles al dolor y la necesidad de amar y ser amados como bien lo expresa Jean Piaget el objetivo principal del quehacer diario en educación es hacer de los estudiantes hombres y mujeres nuevos, creativos, críticos, investigadores, no repetitivos es el arte de moldear corazones nuevos con mentalidad siempre nueva, es ayudarlos a crecer con todas las armaduras para enfrentar la vida.
Otra de las características importantes dentro de los parámetros del perfil del docente para el siglo XXI, es estar preparados en el campo de la tecnología para no dejarse sorprender en estos avances primero por el mismo estudiante que lo puede superar, algo parecido a lo que nos está sucediendo hoy, razones inesperadas como la pandemia Covid 19 nos ha tocado adaptarnos de inmediato al mundo de la tecnología. Lo que significa que el docente debe estar preparado y estar en la capacidad de acompañar, estimular, orientar y guiar los aprendizajes desde los distintos medios tecnológicos actuales que facilitan esta modalidad virtual.
El docente conocedor de la inmensidad de las oportunidades que la tecnología ofrece y facilita el accionar de un mejor desempeño profesional en el fortalecimiento de las experiencias del aprendizaje nos abre un abanico de posibilidades innovadoras para explotar el potencial de los estudiantes en la orientación del desarrollo de habilidades creadoras desde la competitividad digital primordial que sean capaces.
Otro factor importante que debe adornar al docente del siglo XXI, es estar siempre preparado, actualizado en su formación y autoformación profesional, por así decirlo, ser una enciclopedia andando para no dejarse sorprender y sobre todo por la elocuencia de lo que debe producir. Es decir todo docente, tiene que ser un escritor, un actor, un artista especial.
Para (Loja, 2018) la experiencia innovadora del docente del siglo XXI desde la tecnología impulsa a lanzarse por las nuevas metodologías tales como las del ABP, ABR, cuyas estrategias metodológicas se convierten en otro tipo de accionar pedagógico docente, estos aprendizajes inducen a trabajar directamente en el campo de la realidad por ejemplo trabajar por proyectos busca resolver un problema específico, el planteamiento de un problema es una necesidad que requiere solución y el reto situación problemática relevante que también busca solucionar problemas.
Como vemos hoy la realidad del docente es más urgente que nunca requiere de la aplicación práctica de nuevas estrategias metodológicas para ayudar al desarrollo de las funciones mentales conocidas por Vygotsky, las mismas que buscan potenciar el aprendizaje autónomo y profundizar el aprendizaje significativo.
Según el documento publicado por ( Edutópica, 2017) refiere la habilidad que debe caracterizar al perfil docente del siglo XXI, para convertirse en un gerente abierto a desarrollar y direccionar las competencias cognitivas para que identificadas las necesidades individuales desde la realidad del FODA se convierta en un diseñador de las nuevas oportunidades del proceso enseñanza – aprendizaje. A estas exigencias actuales se suman ciertas cualidades que deben ser puestas en práctica tales como una fluida comunicación, apertura a la escucha sobretodo la disposición de servir con entrega con pasión por lo que hace capaz de generar confianza a sus estudiantes.
Desarrollo.
¿Qué es el perfil?
Según el diccionario de la Real Academia de la Lengua (2019), se define la palabra perfil como el conjunto de rasgos peculiares que caracterizan a alguien o algo y al docente como el profesional cuya función es el ejercicio de la docencia o conducción del proceso de enseñanza-aprendizaje en un nivel educativo dado, también conocido como profesor o maestro. La profesión docente, tradicionalmente se forma en escuelas normales o universidades (Picardo, 2005)
De acuerdo con Cerpes 1982 citado por (Deyka, Izarra, Isaura, & López, 2017) Se entiende como Perfil del Educador el conjunto armónico que lo caracteriza, e identifica, integrado por aquellos conocimientos, destrezas y habilidades tanto en lo personal, ocupacional, especialista o prospectivo que un educador debe tener u obtener para desarrollar su labor; se enfatiza la integración afectiva, ética e intelectual de su personalidad, a objeto de alcanzar una formación integral del estudiante. De cara al futuro, los expertos pronostican que estos profesionales del siglo XXI enriquecen su perfil humanista, son mucho más competentes en el ámbito digital y en nuevas metodologías de enseñanza y apuestan, sin duda alguna, por la educación integral de sus alumnos. (Carrillo, 2016)
Los contextos educativos cada vez más complejos, diversos y exigentes, demandan cierto perfil del docente que exprese las características, cualidades, actitudes y aptitudes deseables que se requiere para tener un desempeño profesional eficaz acorde a los desafíos del siglo XXI. De este perfil se desprenden cinco dimensiones son las siguientes:
A su vez, de cada una de estas dimensiones se derivan distintos parámetros que describen aspectos relevantes del saber y del quehacer del docente en el que deberá ser competente. Estos aspectos que forman parte de los parámetros se denominan indicadores y estos señalan el nivel y la forma en que tales saberes y quehaceres del profesional se concretan en su accionar.
Dimensión personal
La dimensión personal del docente desde el punto de vista de la UNESCO (López, 2011) se refiere a la Competencia del Saber Ser (saber ser): tener una imagen realista de uno mismo, actuar de acuerdo con las propias convicciones, asumir responsabilidades, tomar decisiones y relativizar posibles frustraciones Son aquellas características y actitudes personales que le son indispensables para el ejercicio de la docencia, estas son:
Dimensión profesional
Esta dimensión se relaciona con “aprender a conocer”. En esta dimensión se enfatiza la necesidad de adquirir los instrumentos del pensamiento para aprender a comprender el mundo que lo rodea. Esto, sin duda alguna, favorece la curiosidad intelectual, estimula el sentido crítico y permite descifrar la realidad, adquiriendo al mismo tiempo una autonomía de juicio. En este marco entonces el docente deberá ser: Conocedor de los procesos de desarrollo humano, tener habilidad para el manejo de estrategias pedagógicas, ser consistente en el establecimiento y cumplimiento de normas, en fin, el docente tiene que poner en práctica todos esos conocimientos que ha adquirido. El perfil profesional y su consiguiente status le vendrán al profesor por desarrollar y llevar a cabo competencias que desbordan ampliamente el mero conocimiento o especialización en unos saberes. La formación del profesor del siglo XXI debe, por tanto demostrar las siguientes competencias:
Dimensión socio-comunitaria
Esta dimensión se vincula con el pilar de conocimiento: “aprender a vivir juntos”, para participar y cooperar con los demás en todas las actividades humanas. Este tipo de aprendizaje constituye uno de los pilares prioritarios de la educación del siglo XXI. En este sentido, el docente es un promotor de cambio social en este mundo globalizado.
Liderar la comunidad. El docente actual debe poseer características de liderazgo para guiar a su grupo de estudiantes, a sus compañeros docentes o padres de familia para conseguir metas comunes. Para ejercitar el liderazgo, los profesores tienen que adoptar decisiones, colaborar y participar activamente en el proceso de impulsar el aprendizaje con la colaboración activa de la comunidad educativa. (Bernal & Ibarrola, 2015)
Una visión de comunidad. La visión de comunidad del docente se evidencia porque sabe trabajar en equipo fomentando un ambiente de colaboración, comunicación y confianza entre los miembros de la comunidad, cumple con esmero y responsabilidad las normas del grupo, se implicarse sinceramente con los objetivos del grupo haciéndolos propios e infundir ánimo a los miembros, suscita el diálogo constructivo entre éstos, y demuestra respeto dando prioridad a las reuniones del equipo las veces que sean necesarias, y según lo establecido y acordado con anterioridad. (Noj Xoyon, 2007)
Para complementar su servicio y compromiso con los demás demuestra civismo, gentilicio y sentido ecológico, ello implica, entre otros, valorar y potenciar las posibilidades del medio ambiente. Debe actuar con sensibilidad y responsabilidad en la preservación, recuperación y utilización de los recursos naturales y sociales, asumir el compromiso de la difusión, conservación y rescate de nuestro patrimonio cultural y con respeto ante las diferentes culturas, debe actuar en consonancia con los principios de pluralidad, democracia y libertad.
Dimensión investigación
El docente del siglo XXI debe poseer todas las habilidades y características de un docente investigador, por ello es importante que este proceso investigativo sea permanente en su desarrollo profesional que le permita el empoderamiento de la profesión docente, de los conocimientos y de las estrategias desarrolladas en otros países para lograr resultados que impacten su aprendizaje, y por tanto, les permita transformar sus prácticas profesionales para que ello redunde positivamente en la enseñanza a los educandos. Para (Vásquez-Villanueva, y otros, 2020), el profesor actual debe ser investigador nato entendiendo que debe tener formación, aprendizaje, preparación, ejercicio y experiencia en la investigación.
Las habilidades y características del Docente Investigador son las siguientes:
Conclusiones:
Referencias bibliográficas
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